Iósif Stalin fue un hombre entregado hasta las últimas consecuencias a su papel de estadista. Las contadas ocasiones en las que su propia personalidad asomaba entre los pliegues de su uniforme, están irremisiblemente ligadas a las profundas implicaciones políticas de su vida. Rodeada de millones de cadáveres propios y ajenos, su figura es y será foco de intensas polémicas. Su personalidad, mientras tanto, ha quedado enterrada bajo el peso de una historia que impide analizar el cinismo que transmiten, o quisieron transmitir, las anécdotas...
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