En La vida del Buscón (1626), de Francisco de Quevedo (1580-1645), aparece un platillo que a muchos les será familiar. Por querer zamparse el de los demás, es lo que hace que don Toribio se lleve una paliza de los mendigos que hacen cola en un convento. Es la sopa boba. Incluso a quien no le suene, quizá la haya probado alguna vez sin darse cuenta, pues podría decirse que cualquier guiso lo es. La única norma es que no tiene receta.
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