El ritual de abrir la cassetera, introducir la cinta, presionar el play, un gesto mucho más bruto y primal que una simple pulsación en una pantalla táctil. Eso vuelve a formar parte de la experiencia, y es algo que solo ofrecen los vinilos y los cassettes. Los cassettes imponen escoger cuidadosamente, rebobinar pacientemente y no solo sortear corrupciones y distorsiones sonoras, sino disfrutarlas como parte de la experiencia, lo opuesto a la inmediatez y las prisas de las formas habituales hoy de escuchar música.
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