No es pecado innovar en el ámbito educativo. Lo que sí es pecado es innovar por el simple hecho de que mediáticamente lo están vendiendo, o por motivos que poco tienen que ver con la mejora del aprendizaje de nuestros alumnos. Innovar nunca debería ser el objetivo aunque da la sensación, los que estamos un poco atentos a lo que se está cociendo en nuestro contexto profesional, de que se ha convertido en el único fin para algunos. Convendría analizar cómo podemos mejorar las estrategias educativas antes de recuperar aquellas que ya fracasaron.
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