Para mí, "hacer nada" era lo opuesto a ser productivo. Y para mí productivo significaba -ya sea en modo creativo, intelectual o práctico- usar el tiempo de forma eficaz.Pero el tiempo se encargaría de darme una lección: a medida que llenamos nuestros días con más y más tareas, muchos de nosotros estamos descubriendo que ese "no parar" no es precisamente la apoteosis de la productividad.Es todo lo contrario: su peor adversario.
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