Toca que en estos días, en las calles de muchas ciudades ibéricas, nos pongan la cabeza como un bombo a base de procesiones y esa macabra celebración del sufrimiento que es la Semana Santa. Los católicos de turno saldrán a llevar a cabo toda suerte de performances folclóricas, porque de sentimiento religioso esta payasada tiene bien poco. Aquí vale todo: se puede atronar tocando bombos y tambores, se pueden cargar toneladas de peso y arrastrarlas por las calles, se puede ir descalzo, encadenada, encapuchado, con peineta o hasta flagelarse.
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