Alrededor del año 2600 a.C., las orillas del río Djarrah, al norte de la actual Siria, vieron florecer la ciudad de Shekhna. Sus habitantes eran agricultores y ganaderos que mantuvieron su independencia hasta la llegada del imperio Acadio, hacia el año 2300 a.C., pasando a formar parte del primer imperio mesopotámico. Sin embargo, un siglo después, la ciudad quedó abandonada y habitada sólo por el polvo. No fue un hecho aislado, su nueva “nación” había sucumbido.
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