Los leones suelen dormir más de 13 horas y para los caballos son suficientes dos. A medio camino estamos los humanos con ocho, pero se cuenta que a Napoleón le valían cuatro para poner patas arriba Europa. Pese a que resulta evidente que es una función imprescindible para casi todos los animales, aún no se sabe bien por qué dormimos. Y tampoco por qué un puñado de privilegiados pueden levantarse frescos tras la mitad de horas de sueño que necesitan sus congéneres.
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