En teoría de juegos existe un conocido dilema, el dilema del gallina, que se utilizó para rodar muchas películas de adolescentes borrachos que demostraban lo hombres que eran, o lo gilipollas que eran, poniéndose al volante de un coche por el centro de la calzada, cada uno en un sentido. El que se apartase, era el gallina.