Siempre imaginamos al antiguo romano con el pelo corto y el rostro afeitado. Bueno, pues no fue siempre así. Al principio, durante la época más antigua, los romanos portaban una barba de longitud mediana, al estilo etrusco, según confirman varias fuentes. Varrón, en su «De re rustica» (II, 11, 10), hace referencia a estatuas masculinas de largas barbas que denotan la antigüedad de las obras. Tito Livio nos cuenta que, durante el saqueo de Roma en el 387 a.C., uno de los galos invasores tiró de la barba al senador Marco Papirio.