En el colegio, y hasta en la universidad, aprendimos que nuestra lengua estaba fragmentada y que cada parte detectaba un sabor distinto: dulce, salado, ácido, amargo y umami. Estos son los cinco sabores y esos son los que, en teoría, nuestro sentido del gusto sabría detectar. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado cómo el cuerpo no es tan simple, ni está troceado, sino que la misma parte de la lengua es capaz de percibir muchos sabores.