Drácula puede que no tenga un alma, incluso puede que Van Helsing esté en lo cierto y sea, después de todo, un agente del diablo, pero ciertamente tiene voluntad. De hecho, es uno de los mejores candidatos, dentro de la ficción, para el Superhombre de Nietzsche. El Drácula de la novela —nunca el del cine— representa poderosamente la Voluntad de Poder de Nietzsche, es decir, una voluntad, o fuerza, sin la debilitante influencia del amor, la compasión, y la culpa. De ahí que resulte bastante absurdo que Drácula se enamore en casi todas las...