En 1977, en la Europa dividida por el Telón de Acero, el líder soviético Leonid Brézhnev impulsó desde el Kremlin un programa de renovación de los misiles nucleares de los países del Pacto de Varsovia. Comenzaron a instalar misiles SS-20, tanto en suelo soviético, como dentro del territorio de la RDA y de Checoslovaquia. Esto suponía para el soviet tener alcance nuclear directo a cualquier rincón de Europa y por tanto, una clara superioridad ofensiva frente a los miembros de la alianza atlántica.