Desde hace unos años no hay curso escolar en el que no aparezca una nueva metodología más efectiva, más fácil de aplicar y más sexy que las anteriores. Cada año, los maestros nos convertimos en una diana perfecta para muchas editoriales, empresas de marketing, gabinetes psicopedagógicos o fundaciones que tratan de vendernos un método o tratamiento nuevo que revolucionará nuestras aulas o bien solucionará los problemas de lectura, atención, conducta y un largo etcétera de nuestros alumnos. Y lo hacen sin ninguna prueba contundente bajo el brazo.