Rimas sonrojantes, ideas trasnochadas y metáforas dudosas: un auténtico cuadro (de bifrontismo que solo da una faz). Mientras Ana Torroja cantaba la palabra “mariconez”, Un pingüino en mi ascensor berreaba “Deja de llamar a la portera, Contigo no hay manera, yo que puse toda mi ilusión, en esta violación”. Un año antes, miles de fans de Loquillo coreaban “Uh, por favor, Sólo quiero matarla, a punta de navaja, besándola una vez más”, Dulce venganza ya había lanzado Quiero matar a una chica y Siniestro total trepanaba, desollaba y degollaba.