1675 y encontramos a un comerciante llamado Hennig Brand. No era ninguna eminencia en los negocios pero, por la dote de su esposa, disponía del dinero suficiente para dedicar su tiempo al noble arte de la “alquimia“. Los alquimistas (ahora serían una mezcla de químicos y frikis) buscaban “la piedra filosofal” que les permitiese convertir los metales en oro. Pero Brand fue un poco más lejos, pretendía obtener oro procesando la orina.
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