Aunque la sensibilidad a este olor varía en cada persona –hay quienes incluso lo describen como agradable, aunque son minoría– es verdad que tras el primer contacto con esta fruta, uno acaba haciéndose a ese aroma que de vez en cuando se detecta en las calles de casi cualquier localidad de la zona. Y es que una de las peculiaridades del durian es que no hace falta abrirlo para que desprenda sus encantos.
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