Los sonidos no deseados, prolongados y de alto nivel procedentes del tráfico rodado, el ferrocarril o las actividades de ocio perjudican la salud y el bienestar de los ciudadanos, que padecen molestias crónicas y alteraciones del sueño. Asimismo, los animales que habitan los entornos urbanos, como aves, ranas e insectos, también sufren el ruido que afecta a la comunicación acústica de la que la que dependen para sobrevivir.
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