La nebulosa de la Roseta, NGC 2237, no es la única nube cósmica de gases y de polvo que evoca la imagen de una flor, pero es la más famosa. Al borde de una gran nube de la constelación Monoceros y a unos 5.000 años luz de distancia, los pétalos de esta rosa cósmica son en realidad viveros de estrellas. La forma simétrica y admirable está esculpida por los vientos y la radiación procedentes de su cúmulo central de estrellas jóvenes y calientes de tipo O.
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