Lo que puede sorprender es que los siempre prácticos romanos diseñaron ingeniosamente algunas estatuas con cabezas intercambiables para evitar el costo de crear otras nuevas cuando un nuevo gobernante asumía el poder. La parte del cuerpo de estas estatuas era versátil, lo que les permitía reutilizarlas con el tiempo. Por ejemplo, la vestimenta de la estatua de una mujer sentada del siglo II en el Instituto de Arte de Chicago podría haber sido usada por la emperatriz Faustina la Mayor o la diosa Juno.
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