Se llama Rjukan y está ubicado en Austlandet, una región de Noruega. Además de muchos grados bajo cero, sus habitantes no podían tomar el sol a ninguna hora del día. Martin Andersen, impulsor de la idea, admitió que no es una ocurrencia original, ya que anteriormente había visto algo similar en Viganella, un pueblo italiano que recurrió a una idea similar (aunque sin control remoto) para llevar la luz del Sol a la plaza principal.
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