No siempre debemos enfrentarnos a los problemas de forma dicotómica o maniquea. De hecho, muchos problemas complejos (hay muchas variables), cambiantes, lisológicos (difíciles de definir o coneptualizar) o subjetivos (depende de la cosmovisión de cada uno) requiere de respuestas más flexibles. Tendemos a pensar en las cosas de forma dual: hay dos opciones y debemos escoger una. Sin embargo, muchas cuestiones complejas requieren respuestas que se adapten dinámicamente a las circunstancias.
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