(...) La única forma de salir de un matrimonio infeliz era la impotencia sexual. Dado que el matrimonio estaba destinado a conducir a la procreación, si su pareja no podía producir bebés, era motivo de divorcio. Algunos hombres intentaron usar esto como otra escapatoria. Alegarían impotencia con su antigua esposa, pero mágicamente podrían volver a hacerlo con su nueva esposa. La Iglesia Católica pronto se dio cuenta de estos chanchullos e instituyó nuevas reglas. Para corroborar cualquier afirmación de impotencia, una pareja tenía que (...)
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