En los años 50, los records de velocidad no eran un argumento exclusivo de las marcas de lujo, las marcas más modestas también se apuntaban a esa lucha por ser el más rápido sobre tierra. Renault, por ejemplo, conquistó 4 récords mundiales de velocidad en 1956 (y dos de ellos siguen vigentes) con el Renault Etoile Filante (estrella fugaz) a una velocidad de 308,9 km/h. 60 años después de su récord en Bonneville (Utah), el Etoile Filante ha vuelto al escenario de su proeza.
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