El Renacimiento en la pintura nació en una capilla florentina, la Brancacci, y culminó en una romana, la Sixtina. En los frescos de la primera, situada en la iglesia de Santa Maria del Carmine, Masaccio partió en dos la historia del género: se dejaba atrás la idealización gótica y asomaba la humanización renacentista. Masaccio, por su parte, buscaba el naturalismo, a través de la concepción espacial (quizá aprendida del arquitecto Brunelleschi) y la intensidad psicológica de sus narraciones (influida por el escultor Donatello).
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