Es fundamental financiar la escuela pública con los mínimos recursos, mientras que a la enseñanza de la religión y a los conciertos con empresas privadas no les falta un euro. Hay que cambiar las leyes educativas cada vez que cambie el gobierno. No se debe consultar la elaboración de los currículums con especialistas ni con educadores. Insistir en la idea de que los niños van a la escuela a ser felices y lo de aprender es secundario. Eliminar todo lo que signifique esfuerzo y responsabilidad. Todo debe ser divertido. Aburrirse es malísimo.
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