Fernando, Víctor y Eduardo eran tres parados de Zaragoza que en 1981 idearon un plan para salir del atolladero: secuestrar al pichichi de la Liga en una gasolinera. En una España agitada, la semana de 1981 que empezó con el 23-F terminó con la desaparición del mejor futbolista del momento. Quini perdonó enseguida a sus captores.
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