Si los titulares hubieran sido parecidos quizá otro gallo cantaría. Otro nombre raruno a la lista de Nobeles literarios. Otro que nadie ha leído jamás. Otro Mo Yan a la lista. Unas cuantas horas después todos tendríamos una opinión formada y una crítica asimilada, los medios habrían investigado y escrito notas de prensa dando a conocer a un autor cuyos libros estarían en las mesas de novedades durante unas cuantas semanas.
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