Una de las pocas cosas que me molestó la primera vez que leí la novela de Bram Stoker: Drácula (Dracula), fue que no se explicara cómo el Conde se convirtió en vampiro. Tiempo después, advertí que el autor sí lo explicó, pero de manera coherente con la estructura de la novela. Drácula es una novela epistolar, es decir, todo el texto es un conjunto de cartas, documentos, entradas de diario, grabaciones, de modo que lo poco que sabemos sobre Drácula viene del lado de los «buenos»; y estos, con excepción de Van Helsing, no son eruditos...
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