La sueca cerró las puertas a cánones: ni quería ser solo la temida femme fatale ni continuar interpretando siempre a la campesina buena (...) no imaginaba que un director de producciones con menor dimensión a las que estaba acostumbrada llegara a atreverse jamás a escribirle a una gran actriz del cine hollywoodiense para pedirle que fuera parte de su reparto. Así que tomó la iniciativa, dio un paso al frente y, sin inocencia alguna, rompió cualquier molde femenino de los años del conflicto y la posguerra y le escribió una carta al director
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