Llevaban las AK-47 y las granadas en bolsas de deporte. Habían llegado a la Villa Olímpica de noche, en torno a las cuatro de la mañana, y habían saltado la valla de dos metros, desprovista de rollos de alambre o vigilancia policial, sin dificultad. Incluso un grupo de deportistas norteamericanos los ayudaron, creyendo que, como ellos, eran atletas que regresaban de una juerga nocturna. Luego, el grupo terrorista se dirigió a la calle Collonystrasse, edificio 31.
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