Podría decirse que la identidad de Cuenca se la dieron los ríos Júcar y Huécar con su curso y sus meandros, que dibujan un paisaje que aprovecharon sus habitantes a lo largo de los siglos. En los promontorios y cerros se ubicaron castillos que hoy explican el esplendor que tuvo este territorio durante la Edad Media. Dominados por imponentes fortalezas, estos cinco pueblos demuestran que, más allá de las Casas Colgadas, Cuenca tiene mucho patrimonio por ofrecer.
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