Que el catálogo patrio de celebraciones populares es tan amplio como pintoresco no es ninguna novedad, pero pocas hay en él tan peculiares como la del Colacho, una fiesta que se celebra cada año en las calles de Castrillo de Murcia, provincia de Burgos. La cita es un cóctel de Cristianismo y paganismo, risas, historia, devoción religiosa y disfraces. Nada que no se pueda ver en otras celebraciones a lo largo y ancho del país. Si el Colacho destaca sobre todas ellas es por una costumbre extra que sí resulta difícil encontrar fuera de Castrillo.
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