Tindaya es a Fuerteventura lo que Santiago Calatrava a Valencia. Pelotazos a la sombra de enormidades artísticas. En el caso canario, la segunda aparición de Chillida llega tarde. Proyectada como obra singular de inmenso atractivo turístico, a finales del siglo pasado la poco poblada isla recibía menos de un millón de turistas, mientras que en 2016 cerró con un récord histórico al alcanzar los 3.244.601 visitantes para una oferta hotelera acostumbrada a la máxima ocupación durante todo el año.
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