En el siglo IV, Prisciliano revolucionó las bases del cristianismo primitivo chocando frontalmente con la Iglesia, por lo que fue acusado de hereje y ejecutado en Tréveris en el 385 por orden del emperador Teodosio. Sus restos habrían sido llevados a Galicia por sus seguidores, tal como se cita en la Crónica de Sulpicio Severo, a principios del siglo V. Se ha especulado sobre la posibilidad de que estuviese enterrado en la catedral de Compostela, en lugar del cuerpo del apóstol Santiago.
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