A principios del siglo IV d.C. el recién nacido Imperio Romano de Oriente se convirtió en escenario de una oscura trama que implicó a no pocos personajes de distintos ámbitos. Dos de ellos, ostrogodos romanizados, llegaron a amenazar la seguridad imperial en un astuto juego a dos bandas en el que fueron derribando a políticos y militares como fichas de ajedrez. Esa intriga tuvo un éxito efímero, pero sus nombres han pasado a la Historia: Tribigildo y Gainas.
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