El nylon no terminó con la seda, pero los nuevos procesos fotográficos y un marketing posiblemente erróneo, sí han acabado con Polaroid. Lo que es, es, y para qué lamentarse en lugar de disfrutar de lo nuevo, o sencillamente admirar los despojos de lo que fue. Para bien o para mal, el uso de estos aparatos y materiales quedará congelado como un fragmento —industrial, social, y artístico— del siglo pasado.
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