En ningún momento de los primeros minutos de la brutal secuencia de inicio de Tiburón (1975), una de las grandes obras maestras de Spielberg, aparece la temible criatura. Esta es una de las claves que hizo de la escena algo memorable. El miedo y la sugestión ante aquello que no vemos pero nos imaginamos. Eso, y los primeros acordes de una partitura para la historia. Por supuesto, hay mucho más. Esta fue la historia del rodaje de una secuencia para la posteridad, tanto, que bañarse a la luz de la luna en el mar nunca volvió a ser igual.
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