La literatura ha prestado a los pícaros el argumento de una vida sardónica. Un decidido desparpajo, soltura y audacia, abundancia de recursos, elocuencia y convicción, prestancia y cortesía, vivacidad y talento ornamentan al héroe de la picaresca. Indecente, ególatra y convincente. Sus cualidades engendran en el lector una inesperada simpatía y excitan un vivo interés por sus vilezas
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