Dejo escrito Heródoto en su libro I de Los nueve libros de la Historia, que los persas eran aficionados al vino y trataban los asuntos importantes estando borrachos. En ese estado discutían, negociaban y buscaban el acuerdo. Alcanzado este, se iban a dormir y al día siguiente se volvía a poner en común el acuerdo alcanzado ebrios. Si les parecía bien a todos, ya sobrios, se daba el acuerdo por cerrado. Si no era así, se revocaba lo acordado y, supongo, volvían a empezar la negociación. Esto es, a emborracharse otra vez.
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