Penes por aquí y por allá, pintados o esculpidos en piedra, en las paredes y en las calles. Señales que indicaban dónde se encontraban los burdeles en Pompeya, pese a que hoy solo queda el testigo del Lupanar Grande, repleto de imágenes y grafitis eróticos presididos por una representación del dios Príapo. Esas pintadas, obra de los hombres que frecuentaban el local, evidencian que las personas obligadas a ejercer la prostitución eran esclavas, aunque una quinta parte eran "mujeres libres", entre comillas porque "serían tan pobres que..."
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