Tras el exitoso estreno de Terminator (1984), Cameron y Schwarzenegger hablaron de la posibilidad de realizar una secuela de la película, pero sin llegar nunca a concretar nada. No fue hasta que pasaron varios años que esa idea se hizo realidad, pero existían dos impedimentos para llevarla a cabo. El primero, los efectos visuales, los que Cameron había ideado era tan complejos que tuvo que esperar a que la tecnología avanzase lo suficiente para poder plasmar en pantalla lo que quería, el T-1000 de metal líquido de forma fotorrealista.
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