¿Por qué se justifica lo injustificable dentro de un grupo? ¿Por qué los miembros de partidos políticos se mantienen incorregiblemente atados a sus siglas bajo toda circunstancia? ¿Por qué se defiende una bandera deportiva pese a que el club decepcione o sea corrupto? La respuesta, quizás, está más cerca del apego intergrupal que de los ideales. Las amenazas externas lo alimentan y le dan fuerza y los desafíos internos no logran erosionarlo con una potencia suficiente...
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