Hija de profesora de baile y de futbolista, cuando Patricia Guerrero (Granada, 1990) era una niña y escuchaba música, el cuerpo le pedía crear movimientos. Tenía sólo tres años cuando comenzó a expresarse a través de la danza en la academia de baile flamenco de su madre, y le gustó tanto que quiso seguir aprendiendo. Pero no quería ir al conservatorio. Su madre intentó matricularla, pero ella lo rechazó. Quería bailar, pero prefería hacerlo a su propio ritmo y con libertad. Aprender de grandes maestros, pero lejos de la formación reglada.
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