No cree que un día vaya a escribir un libro sobre su vida y su carrera profesional, por la simple razón de que no se acuerda muy bien de lo que hizo en los setenta. Una década durante la cual fue nominado al Oscar cinco veces –por las dos primeras películas de la saga El Padrino, por Serpico, Tarde de perros y Justicia para todos– y durante la que interpretó, a su vez, el Ricardo III shakespeariano en Broadway. Pero, para el actor, los años setenta son hoy un borroso manchón en la memoria, producto del consumo habitual de drogas y alcohol.
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