No fue hasta la Edad Media cuando empezó a tratarse el día como el de las bromas e inocentadas. Antiguamente, el día 6 de diciembre, era costumbre en Centroeuropa, elegir de entre todos los niños del coro, a uno que era nombrado obispillo, cargo en el que estaba hasta el día 28 de diciembre. Dado los antecedentes de esta figura, que procedía del antiguo «Obispo de los locos» al que se le permitía hacer todo tipo de bromas, y al coincidir con el día de los Santos Inocentes, al obispillo comenzó a llamársele Obispillo de los Inocentes.
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