Hay sinvergüenzas interesados en mantener al "optimista" en su autoengaño y alejado de los reales problemas del mundo real. El mecanismo más eficaz y tramposo de esos sinvergüenzas es reforzar a los inocentes y engañados "optimistas" de que esa triste forma de ceguera es un mérito moral mientras que el confrontarse con la realidad real es un pecado de "pesimismo" y es moralmente reprobable.Quienes ganan con un status quo lamentable, quien lucra en la injusticia, quien abusa, necesita que la mayoría esté feliz mirando a otro lado.
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