Cuando recibimos los resultados de esas filmaciones, estábamos eufóricos. Era un acierto filmar el fuego en película analógica. Porque el digital quema las luces altas y no tiene matices. En cambio la película, sí hay matices, hay degradados de tono y color en el humo… Tuvimos la sensación de estar viendo imágenes jamás capturadas antes, como si fuéramos un marinero que descubre un nuevo océano, repleto de peces gigantescos de colores y formas exuberantes..., como si fuéramos niños que hubieran descubierto un banco de peces de colores.
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