Y es que las pequeñas aves sienten predilección por los setos. En el medio natural les aportan mucha seguridad en sus horas de sueño, pero una trampa mortal durante la recolección cegadas por los focos. Ahora le toca a la ciencia diseñar un sistema que evite que las cosechadoras se “traguen” las aves de nuestros campos y a las distintas administraciones en buscar poner coto a la recolección nocturna.
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