Nueva York sería un lugar imposible sin su metro; tras décadas de maltrato, recortes y negligencias, el déficit de infraestructuras es tal que cualquier extensión se llenará de inmediato. Sus éxitos, fracasos y evolución explican bastante esta urbe maravillosa, desesperante, ambiciosa e intensamente cutre que insiste en autoproclamarse como la mejor ciudad mundo. La primera línea del metro de Nueva York abrió en 1904, conectando el sur de Manhattan con Midtown.
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